Hoy toca viaje. Cojed las maletas, una buenas botas de monte, y por supuesto no olvidéis vuestra cámara fotográfica, porque nos vamos a Extremadura (Cáceres), al Parque Nacional de Monfragüe, y nos alojaremos en un lugar casi de ensueño, de esos que piensas que ya no existen hasta que por casualidad lo descubres, un lugar donde consigues que el tiempo se detenga, “Palacio Viejo de las Corchuelas”.
Probablemente mientras escribo estas lineas, Carmen la propietaria y “alma mater” de este lugar, esté disfrutando entre otros, del espectáculo que por estas fechas ofrecen los Venados en su periodo de celo, con sus luchas de cornamentas y sus sonidos guturales, en lo que comunmente se conoce como “la Berrea”. ¿Quien estuviera allí en estos momentos disfrutando del otoño en esas bellas tierras?
Porque en un tiempo en que todo lo que se consume es “enlatado” y preparado para el turista, en la Finca de Las Corchuelas aun se puede disfrutar de la naturaleza en estado puro. Grandes paseos por la dehesa, por la sierra con el río Tajo acompañando tus silencios.
Los ciervas con sus crías campan a sus anchas, ajenas a la voracidad del hombre. Te acompañan curiosas a escasos metros, en pequeños grupos, mientras realizas el trayecto que debes recorrer desde la carretera hasta la casa, o sencillamente mientras al amanecer, con la fresca, aprovechas para salir a correr. Una experiencia maravillosa de unión con la verdadera naturaleza, que jamás había tenido la posibilidad de experimentar. Además, si tienes suerte, en cada paseo puedes encontrar algún macho, parapetado al abrigo de un alcornoque. Una belleza, esbelto, elegante con su cornamenta.
Y es que “Palacio Viejo de las Corchuelas” está enclavado en una finca dehesa, cuajada de alcornoques y encinas, y a los pies de la Sierra de las Corchuelas, una de las espinas dorsales del Parque Nacional de Monfragüe.
“Las Corchuelas” es un lugar cargado de historia, la historia de la familia de Carmen, que la ha habitado y cuidado durante generaciones.
Eso si, tras cruzar la verja de entrada a la casa, encuentras un autentico paraíso, un vergel. Un pequeño oasis en mitad de la dehesa.
Árboles frutales, cesped impoluto, y una piscina en el jardín trasero para refrescarte en los días de estío y soportar el sol que cae a plomo en esas fechas.
Porque eso si, Carmen cuida todo al mínimo detalle, como podéis comprobar.
Si tenéis ocasión de visitarlo, sabed que es un excelente cocinera, cuida su huerta con mimo y todo lo que sirve en su mesa, además de preparado con mucho cariño por ella misma, es producto de la propia finca. Eso hoy en día, que vivimos en la época de los transgénicos, es un autentico privilegio.
Como lo fue también para mi, el hecho de encontrarme con alguien que disfruta entre cazuelas, del mismo modo que lo hace de la naturaleza y los animales. Carmen es un torbellino cargado de energía, pero de esa que te contagia y te arrolla.
Cuida sus árboles frutales, de los probamos en cada día de estancia allí, unos melocotones recién cogidos con un aroma embriagador. Y que finalmente, dada la cantidad de produccion, acabaron en forma de una mermelada exquisita, que guardo con celo en casa. Porque como os digo carmen es una cocinillas en toda regla. Prepara mermeladas de calabaza, melocotón, ciruelas….
Cuida también personalmente su huerta, sus gallinas, ovejas y cerdos ibéricos…. Una sencilla cena a base de verduras a la parrilla recién recolectadas, y un bacalao dorado con huevos caseros de gallinas felices, porque no olvidéis estamos aladito mismo de Portugal, constituyen un manjar del que no se puede disfrutar con frecuencia.
Pero por si esto fuera poco, la finca cuenta con panales de abejas, que ofrecen una miel de encina y retama, riquísima e intensa de sabor, como casi todo lo que ofrece esta tierra cacereña.
¿Se puede pedir mas?
Si, una pequeña charca junto a la casa donde en las noches de verano, y bajo un cielo casi siempre estrellado, oyes croar a las ranas.
En definitiva, un lugar para volver, un lugar para perderse, donde Carmen te hace sentir como en casa.
Un lugar en el que descubres, que a pesar de que el mundo sigue girando, los relojes se pueden parar, sencillamente para que disfrutes del momento.
Virginia
ridente
Tomo buena nota querida Virginia de tu recomendación. Hemos visitado esta preciosa tierra en varias ocasiones con nuestros amigos pero volveremos, seguro que volveremos.
Yo también te obsequio con un toque dulce que siendo como tú eres una maestra en el arte culinario te encantará cocinar la sencilla receta y una estupenda recomendación: http://www.gastronomiaenverso.es/hijuelos-con-dulce-de-higos/
Besos y gracias por compartir.
Sandra
Fotazas! Me encanta el Post…que ganas de ir y conocerlo!!!
Laura
Vir, qué ganas tenía de ver este post, con las maravillas que me has contado de este sitio. Desde luego es un destino que me apunto, diferente y especial, un reportaje fotográfico estupendo!!
Un beso y feliz día!!!
Virginia
Tu lo has dicho, un sitio totalmente especial y donde te hacen sentir como en casa. Si te animas a ir, ya me contarás. Un besito.